El dedo de la profesora Márquez no es un dedo como cualquier otro. Hay quienes dicen que cada parte de una persona es una imagen fiel de la totalidad del ser, que en cada pedacito de nuestro cuerpo se repite nuestra persona. El dedo de la profesora Márquez contiene a la profesora Márquez, su personalidad y su historia. Ese dedo ha dejado huellas profundas en la vida de decenas de hombres y mujeres. Ha sabido rozar la piel, la suya propia la más de la veces, y en menos ocasiones la de los hombres que conoció. Es un dedo que ha recorrido las listas de nombres y apellidos cada mañana mientras pasaba lista a los jóvenes que asistían a la clase de literatura de la profesora Márquez en el Colegio Nacional. Siempre supo encontrar en los extraños designios del azar a aquel o aquella que no había leído tal o cual libro o no había terminado la tarea a tiempo. El dedo de la señora Márquez solía ser un dedo inquieto, repiqueteaba en la mesa mientras algún desafortunado intentaba convencer a la eminente profesora de que había estudiado lo suficiente para aprobar el examen, el más difícil de pasar en todos los años del bachillerato. Ese mismo dedo era el que señalaba el camino hacia la puerta y decía “será la próxima”. El dedo de la profesora Márquez siempre fue perfecto, incuestionable. No se le conoció anillo alguno ni jamás se le vio la uña pintada. Pero lo que finalmente significó un quiebre en la historia de la profesora Márquez fue que ese dedo, su dedo, fue en un momento un dedo acusador. El que indicó, sin posibilidad de equívoco alguno, a la culpable de haberle metido la mano en el maletín para quedarse con unos pocos pesos. Fue ese dedo el que humilló a María Reyes, estudiante de primer año y la condenó a la vergüenza. El dedo de la profesora Márquez quedó grabado en los ojos invadidos de lágrimas de María quien esa noche soñó con dedos gigantes aplastándola como a una pulga. Tal vez por eso al día siguiente cuando vio que el dedo de la señora Marquez se elevaba sobre ella se abalanzó sobre la vieja profesora y se lo arrancó de un mordisco.
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