Aprovecha la luz de la tarde para escribir un mensaje que introduce en una botella. Próximo a la orilla se dispone a lanzarla al mar pero en el último momento se arrepiente. Desenrolla el papel y sigue escribiendo. Cuando cree terminar, repite el proceso y de nuevo se vuelve a arrepentir. Sin darse cuenta se le han pasado veintiocho años y lo que empezó con un trocito de papel se ha convertido en un libro. En toda una vida. Y ya no sabe si es Robinson, un naúfrago en una isla del Orinoco o Daniel, un escritor disfrazado de marinero.
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